Ésta es la vieja morada,
el augusto palacio de la grana,
que gusta alimentarse del suave
licor
y prolificar abundantemente
en las hojas del nopal...
Rafael
Landívar,
1781
La
lingüística como se ha podido ver en páginas anteriores, no opera al azar, sino
que depende de reglas que garantizan su cabal comprensión. Se aclara lo
anterior debido a que el uso de la palabra grana como apellido para la
población de Autlán tiene un sentido, el de ser un centro de acopio.
Es
importante hacer un alto y analizar las características de los principales
productores de grana cochinilla en el México colonial. Por un lado Tlaxcala,
con un clima ríspido y no muy fecundo, Puebla con sus contrastes ambientales
muy parecidos a la región precedente y Oaxaca con sus regiones de cultivo del
insecto, por lo regular en lo que se denominó "zonas serranas".
Sabemos
que el único hospedero de la grana cochinilla es el nopal, planta que se
caracteriza por crecer en espacios geográficos semiáridos, además, tenemos
conciencia de que la humedad tiene un efecto perjudicial en el crecimiento del
insecto. Se plantea lo anterior, debido a que la región de Autlán es de
temperamento húmedo y cálido, lo que perjudica enormemente las posibilidades de
reproducción del insecto (imagen).
Sin
embargo, la región tuvo una ventaja sobre otras al inicio de la época colonial,
la existencia a pocos kilómetros del Puerto de Navidad, lugar a donde llegaba
la famosa Nao de China en busca de intercambio comercial[1].
Primera imagen
publicada del insecto 1694
Si bien
el puerto de Acapulco se impuso en la misma época como el lugar de desembarco y
comercio por excelencia en el océano pacífico, Navidad no dejó de ser un lugar
atractivo. Acapulco se encontraba más cerca de la ciudad de México y de Oaxaca,
y el control de sus mercaderías era más factible que el puerto de latitudes
neogallegas, la grana cochinilla que se exportaba desde ese lugar, pasaba por
rigurosos procesos de revisión. La existencia de los jueces de grana en Puebla,
Tlaxcala y Oaxaca, pretendía garantizar la pureza y calidad de la grana
cochinilla, que dicho sea de paso, luchó desde su aceptación por los mercados
internacionales de colorantes, en contra de la adulteración.
Se
adulteraban los cargamentos del insecto mediante semilla de cebolla o grana
silvestre, cuya apariencia podía engañar a ojos inexpertos.
Pero en
Autlán no existían jueces de grana.
La
inexistencia de un aparato de estado encargado del control de un producto, que
poseía una connotación económica muy fuerte para la corona española, llama
nuestra atención en Autlán, porque nos hace pensar en una industria débil, sin
embargo, apelamos a la existencia del registro productivo de la región en obras
clásicas de la historia, por ejemplo, Humboldt (2002) el afamado explorador de
origen alemán que recorrió nuestro país a finales del siglo XVIII, nos cuenta
en su obra "Ensayo político sobre el reino de la Nueva España" en el
capítulo denominado “La cría de la cochinilla (grana nocheztli)” acerca de la producción un tanto pobre de la
Intendencia de Guadalajara en comparación con la de Oaxaca:
En la Intendencia de Guadalajara apenas se recogen anualmente 800 arrobas de cochinilla (lo cual equivaldría en la actualidad a 9,200
kilogramos).
El dato
es un poco distinto a otro que él mismo proporciona, ya que en su misma obra el
capítulo denominado Nueva España V
Intendencia de Guadalajara nos revela
que en 1802 se producían:
20,000 libras de cochinilla de Autlán ( a 2 ½ reales la libra) (equivalentes
a 10,000 kilogramos actuales).
Es
importante señalar, que según los documentos que se pudieron consultar, la
"intendencia de Guadalajara", solamente registró en el periodo
referido, producción de grana en la población de Autlán, lo que indica, que
ambos párrafos hacen referencia al mismo lugar.
No
obstante cabe aclarar que la grana de Autlán es la única fuera de la esfera de
influencia del altiplano central y el Valle de Oaxaca que es mencionada en las
más importantes obras de los científicos y exploradores de finales del siglo
XVIII y principios del siglo XIX , lo que nos permite pensar que su comercio
aunque pequeño en comparación con aquellas regiones, era significativo puesto
que era digno de ser mencionado entre los principales rubros de producción de
Nueva Galicia.
En el
siglo XVIII es posible apreciar cierto malestar por el poco aprovechamiento que
existe de la cochinilla en latitudes neogallegas, ya que existen las
condiciones para tener más abundantes cosechas y según Antonio de Alcedo (1786)
afamado geógrafo e historiador quiteño, los habitantes de esta zona prefieren
comer fruta y dedicarse a la holgazanería:
...(existen) muchos árboles de tunas y cochinilla silvestre que no se benefician; de la fruta
sola se mantienen todo el
año los Indios Chichimecas y Guachichiles.
Ese
tono de queja amarga, sigue presente en el capítulo dedicado a Nueva Galicia de
su Diccionario geográfico-histórico de las Indias occidentales o América,
debido a la supuesta apatía ante los muchos recursos existentes, cuando señala:
...un tunal hay que solo él tiene mas de 50 leguas de largo, y se podrian coger en él mas de 10 arrobas de cochinilla cada año si se cultivara: los Indios son
dóciles é inconstantes, por el
mas leve motivo abandonan el...
Se debe
señalar, que la evidencia indica que la población de Autlán fue un lugar más de
comercio y de paso del insecto procesado, que de producción, incluso, la
inexistencia del entramado administrativo colonial para el control del pago de
impuestos, hacía atractiva a la región para el tráfico del producto, además
claro, de la posibilidad de obtener mayores ganancias vía la adulteración.
Sabemos
gracias a estudios entomológicos recientes, que existen en el continente
Americano varios tipos de insectos de la misma familia de la grana cochinilla,
sin embargo para objeto del comercio importan primordialmente la grana
cochinilla fina y la silvestre.
La
grana silvestre fue precisamente la menos favorecida en los mercados, debido a
su menor contenido de elemento tintóreo, utilizándose según existen registros,
para adulterar el peso de la grana cochinilla fina (Torquemada, 1975).
En este
contexto, los pobladores indígenas del occidente de México tenían poca
propensión al cultivo de la grana cochinilla, solamente se recogía en estado
silvestre de regiones donde existía. Esto puede explicarse debido a la
costumbre de los antiguos habitantes de esta región por andar desnudos o con
escasa vestimenta, además de la inexistencia de códices en amate o piel de
algún animal, que son finalmente los principales productos donde se aplica el
tinte.
No
obstante lo anterior, al momento de la conquista no existía el desconocimiento
por esta industria en la latitud del actual Jalisco, en la región del Valle de
Autlán, existía al parecer un comercio de este producto que llagaba hasta el
altiplano central, debido a la forma en que era tratado el producto para
compactarlo en forma de “panecitos”, de
ello tenemos noticia gracias a la crónica que a principio del siglo XVIII
elaboró fr. Nicolás Antonio de Órnelas Mendoza y Valdivia quién nos cuenta
acerca de los principales productos producidos en la región:
En
esta provincia (San Salvador de Autlán) tratan con colmenas y cochinilla; de donde sale muchísima cera, grana y carmín para México
y Guadalajara.
En este
territorio, a diferencia de las zonas productoras predominantes del país, no
existían complejos arquitectónicos monumentales (o no se han encontrado hasta
el momento), tal vez por no tratarse de una región ceremonial, sino de
producción agrícola. Por ello los vestigios arqueológicos no documentan
estructuras de construcción bien definidas, ya que, además, los complejos
habitacionales eran construidos con productos naturales propios de la región
como la palapa, las ramas y la madera (Ramos-Zuñiga, 2006) , además del uso
preponderante que se le dio al barro a manera de emplastos con fibras
naturales, utilizados para la construcción (Kelly, 1945). Es decir, se trataba
de componentes naturales perecederos, que no soportaron el paso del tiempo.
Aquí de forma muy probable, no existieron estucos cubriendo grandes pirámides
decoradas con murales.
El
primer asentamiento habitacional formal a la usanza española se lleva a cabo en
la zona central del valle de Autlán, con la fundación del monasterio de San
Francisco, en el año de 1543.
Al
respecto de tal fundación y sus circunstancias De Villaseñor y Sánchez (1755) nos
platica sobre sus circunstancias:
En
el pueblo de Autlán, hay un convento de San Francisco,
de la provincia de Xalisco, y sus religiosos administran
las doctrinas y santos sacramentos a la feligresía,
compuesta de cuatrocientas familias de españoles,
Mestizos y Mulatos y seis de indio. En su recinto
se hallan varios ranchos de labor y trapiches de hacer azúcar; Benefician alguna grana en torta y
tiene sementeras de maíz y
fríjol, pero su principal trato es de sal
.
Esta
población fue el único lugar donde se conservó desde el siglo XVI el arte de
hacer "panes" de grana (o tortas como lo comenta por escrito De
Villaseñor y Sánchez). En la lista de tasaciones de este lugar se describe:
...que sean obligados a dar en cada año 1,200 panes de grana del grandor de una medida que
los indios dieron, redonda
que es de cuatro dedos de anchor.
Todavía
durante el siglo XVIII los autlenses
sabían elaborar panes de grana, tradición que se perdió en todo el país.
La pasta para preparar los susodichos panes era un secreto comercial, en el
proceso de refinación molían la cochinilla y la hervían con alumbre y hojas, el
sedimento era moldeado en forma de pastilla o tableta. Esta presentación era
muy ventajosa para el traslado del producto, ya que comprimía el contenido y el
peso era mayor. Aunque es justo reconocer que la grana de Autlán tenía cierta
desventaja contra la producida en otras latitudes, tal vez debido a su
situación geográfica, o a la falta de aridez en el terreno (el nopal, planta
hospedera de la cochinilla necesita un terreno poco nutritivo), pero la calidad
del producto no era tan buena como los comerciantes esperaban, a este respecto
en el siglo XVIII el explorador francés Menoville nos cuenta:
Me enteré que la cochinilla que se obtenía de Guaxaca
era más hermosa que la de Tlaxcala
o la de Guadalajara ...
En el
mercado Novohispáno circulaban diferentes calidades y presentaciones para la
grana fina como era la grana en polvo, grana fina corriente, grana menuda,
grana seca, grana verde y grana sucia. La primera era objeto de cultivo y la
segunda crecía y se propagaba sin ningún tipo de intervención humana. La grana
fina se reconocía por ser harinosa, estar cubierta de polvo blanco y tener los
anillos de su cuerpo bien marcados. La grana silvestre por el contrario, es
pequeña y con muchas vellosidades en su cuerpo que impiden ver sus anillos. A
pesar de que la grana silvestre existe en
muchas regiones de México, la grana fina era la que tenía mayor aceptación en
el mercado europeo por su alto contenido tintóreo, y daba empleo a un gran
número de personas.
Oliva
(1854) en sus constantes recorridos por las distintas regiones del estado
durante el siglo XIX, establece haber encontrado muchas nopaleras con grana
silvestre en la región que nos ocupa.
Ninguna
otra región del actual estado de Jalisco o sus alrededores informa sobre la
existencia de cultivos del insecto, por ello, el apelativo de "Autlán de
la grana" fue justo, independientemente de si se trató de uno u otro tipo
de producto el que se comercializó desde esas latitudes.
[1] Recordemos que precisamente desde el Puerto de Navidad
se descubrieron y colonizaron las Islas Filipinas, que permitieron la apertura
de nuevos mercados.