La grana cochinilla de Autlán


Éste espacio muestra el trabajo de rescate histórico realizado con apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA) de Jalisco, en torno al fenómeno económico y cultural generado por la producción y el comercio de la grana cochinilla en la región de Autlán, durante la época colonial.

miércoles, 10 de septiembre de 2014



¿Grana o cochinilla?

...pero aun se duda mucho sobre su naturaleza,
pues unos quieren que sea cierta especie de gusanillo,
y otros el fruto  ó grano de un árbol.

Diario noticioso universal, 1760

La grana cochinilla es un insecto parásito del nopal, cuyo cuerpo produce ácido carmínico en un elevado porcentaje. Éste componente tiene la virtud de servir como colorante para obtener distintos matices de tonalidades rojas, aplicable a una enorme variedad de elementos, desde alimentos, hasta textiles.
Sin embargo, la certeza sobre su origen animal fue algo que tardó varios siglos en esclarecerse.
Si hacemos caso de la obra de fray Bernardino de Sahagún (1989), uno de los  pioneros en el registro metódico los recursos naturales de Nueva España, el primer nombre con que se le conoció a la grana cochinilla por parte del europeo después de la conquista, fue el vocablo náhuatl "nocheztli", cuyo significado es “sangre de tuna”.
Es preciso señalar, que desde el propio siglo XVI, se asocio al nombre de raíces nahuas con otro traído por los españoles "grana", para ser conocida como “grana nocheztli” (Sahagún (1989; Humboldt, 2002), denominación que tuvo vigencia entre los siglos XVI y XVIII.
Varios autores (Alzate, 1777; Río y Dueñas, 2006) señalan que el vocablo grana, procede de la palabra latina “granum” cuyo significado es grano, tal aplicación del vocablo obedecía a que al momento de preparar al insecto para ser comercializado, se aprecia en estado reseco y guarda un parecido enorme a una semilla (Clavijero, 1990; Presas, 1825), situación que aprovechó la autoridad real española, ya que, fomentando la confusión fortalecía un monopolio sobre la  producción que se impulsó desde la primera exportación del producto en 1523 (Pluche, 1785).
Muestra de la efectividad del desconcierto producido por el nombre son algunos textos del siglo XVIII (Menonville, 2005), donde encontramos referencia al intento por sembrar grana cochinilla en viveros europeos, fundamentalmente franceses e italianos, acompañados de fracasos rotundos, dado que se trata de un insecto muerto y desecado (es preciso decir que además de la apariencia se semilla, la grana cochinilla tiene un tamaño muy pequeño, que a simple vista no deja en claro su procedencia animal, a menos de que nos auxiliemos de una lupa o microscopio).
El nombre de “cochinilla”, es el que genera un poco más de polémica, ya que, existen autores (Hernández, 1888; Ramos-Zúñiga, 2006) que señalan su procedencia igualmente de la lengua latina, específicamente de “coccinum” que significa “escarlata”.
Sin embargo, la anterior etimología a diferencia de la primera, cuya raíz latina es muy similar a la palabra aplicable en español, requiere por un lado del conocimiento de la mencionada lengua, además de su fácil popularización.
En ese contexto Menonville (2005), naturalista de origen francés que estudió al insecto en el siglo XVIII, estableció que el origen de tal nombre es su  parecido con las “mariquitas”, nombradas en francés “cochenille”, lo cual parece poco probable por la compilación lingüística, misma que se observa en el caso del uso del latín.
Refutando las etimologías latina y francesa para la  palabra cochinilla, también en el siglo XVIII el trabajo de Alzate (2003) establece que se le nombraba de esa manera al bicho, debido a su parecido con algunos insectos que viven en los espacios húmedos y oscuros (Porcellio scaber o cochinilla de humedad, presente en la mayoría de los jardines de México), conocidos con el mismo nombre, de hecho, no es el único autor que señala tal similitud y origen del término (Clavijero, 1990; Carletti, 2002).
Es de destacar, que era común el uso de los términos grana y cochinilla dentro de un mismo texto para describir los estados de evolución del insecto como  producto. Por ejemplo, se empleaba la palabra "cochinilla"  para hablar del insecto vivo, y "grana" para referirse al mismo ya muerto y listo para ser comercializado (Sahagún, 1989; Presas, 1825; Alzate, 2003).
A éste respecto podemos concluir, que el uso de la palabras grana y cochinilla históricamente no dependía del azar lingüístico, sino que obedecían al estado del insecto, cuando se hablaba de él como ser vivo el término adecuado era “cochinilla”, cuando se hacía necesario un término para hablar del producto comercializable ya procesado lo correcto era utilizar “grana”.

Ahora bien, la forma correcta de denominar al insecto, basándonos en su evolución lingüística y cultural es: "grana cohinilla".